Años atrás, las antenas de telecomunicaciones han generado preocupación en una parte de la población. Sin embargo, los estudios que se han elaborado sobre estos temas no han concluido que estas infraestructuras supongan un riesgo para la salud. Pero con la llegada de la nueva generación de redes, hay quien se cuestiona sobre los posibles riesgos del 5G.
Lo cierto es que las investigaciones que se han llevado a cabo no indican que el 5G presente nuevos riesgos. Al contrario, podría ser que debido a sus frecuencias aumenten aún menos la temperatura de la piel, que era uno de los efectos observados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desestima los posibles riesgos del 5G de esta manera: “Hasta la fecha y después de mucha investigación realizada, no se ha relacionado ningún efecto adverso en la salud con la exposición a las tecnologías inalámbricas. Las conclusiones relativas a la salud se han extraído de estudios realizados en todo el espectro radioeléctrico”. La institución señala que hasta ahora, solo unos pocos estudios se han fijado específicamente en las frecuencias que usa el 5G. Algo lógico en tanto las otras tecnologías inalámbricas llevan años y décadas en uso.
“El calentamiento de tejidos es el principal mecanismo de interacción entre los campos de radiofrecuencia y el cuerpo humano. Los niveles de exposición a la radiofrecuencia con las tecnologías actuales provocan un aumento de la temperatura desestimable en el cuerpo humano”, así lo indica la OMS, que aclara un factor relativo al 5G. Y es que cuanto mayor es la frecuencia, esta penetra menos en los tejidos y la absorción de energía se concentra más en la superficie, como la piel o los ojos. “Teniendo en cuenta que la exposición total se mantiene por debajo de los límites internacionales, no se prevén consecuencias para la salud pública”, remata la OMS.
Diferencias entre las redes anteriores y el 5G
Entre el 3G o el 4G y el 5G no existen diferencias apreciables en cuanto a posibles peligros para la salud. Como novedad, la nueva generación de red usará frecuencias más altas, alrededor de 3.5 GHz e incluso otras, las llamadas mmWave o millimiter-wave, que están por encima de los 24 GHz. Pero también este tipo de ondas ya se utilizan en otras aplicaciones, como enlaces de radio o escáneres de seguridad.
Según apunta la OMS, con estas frecuencias más altas el 5G utiliza antenas que emiten ondas más dirigidas. Esto permite que la señal llegue más fácilmente al dispositivo, en lugar de hacer una emisión más amplia, en todas direcciones, desde la estación base. Esto último es lo que ocurre con frecuencias más bajas y en generaciones anteriores de red.
En el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencia y Salud (CCARS), dependiente del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT), también desestiman los riesgos del 5G para la salud. Señalan que la penetración de las ondas de esta red en el cuerpo es de milímetros, menor aún que la de las tecnologías precedentes, que llegaban a centímetros. Y en ningún caso, desde el CCARS, han observado peligro.
El 5G, como sus predecesores, utiliza radiación de microondas no ionizante. Esta consiste en una emisión de baja energía que no tiene capacidad para eliminar electrones de un átomo o una molécula. Así lo explica el CCARS.
Por debajo de los límites internacionales
Todos los organismos especializados en la materia coinciden que se han marcado para el 5G unos límites consensuados internacionalmente que no son perjudiciales para la salud. La encargada de establecerlos ha sido la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante.
En una publicación de Nature aluden a los estudios que describen los patrones de absorción de la energía electromagnética procedente del 5G en el cuerpo humano. Una parte importante de ellos tienen la autoría del profesor del departamento de Salud y Ciencias Médicas Andrew Wood y su equipo de la Universidad de Swinburne (en Melbourne, Australia). Su trabajo ha ayudado a crear una base para el debate internacional sobre la regulación de seguridad en este campo. Wood apunta que el principal efecto biológico de la radiación electromagnética de los móviles es un aumento de la temperatura. Pero a medida que la frecuencia se incrementa la penetración en los tejidos biológicos es menor. Y esto es precisamente lo que ocurre con el 5G.