Las APIs están por todas partes. De ahí que se haya acuñado el término «apificación» para referirse a este fenómeno en el que el uso de APIs está en el centro de las estrategias de negocio. Gracias a ellas es más fácil dar el salto a implementar o incorporar determinadas tecnologías. Además, crea sinergias entre los desarrolladores de las APIs y las empresas que hacen uso de ellas. Así se genera un ecosistema tecnológica de colaboración entre clientes, proveedores y partners.
Pero vayamos por partes. Apificación viene de API. Y API es el acrónimo de Application Programming Interface, que se suele traducir como Interfaz de Programación de Aplicaciones. Las APIs son una especie de intermediarios o conexiones entre distintas piezas de software. Gracias a las APIs es posible conectar esas piezas o módulos de una manera más simple y ahorrando tiempo, esfuerzos y recursos a quienes las utilizan.
Las APIs llevan existiendo en informática y tecnología desde hace mucho. Pero si hablamos de apificación desde no hace mucho es porque la gran explosión de popularidad de las APIs ha surgido con tecnologías relativamente recientes como el Big Data o ciencia de datos, la inteligencia artificial o el edge computing. Tecnologías tan necesarias que han incorporado perfiles profesionales que no siempre han sabido o podido lidiar con la complejidad del software. Y que encuentran en las APIs un atajo para satisfacer sus necesidades con más eficacia. O que simplemente requieren de soluciones rápidas y eficientes.
El por qué del éxito de la apificación
La apificación o uso habitual y generado de APIs tiene su razón de ser. No es un capricho. Vivimos un contexto en el que lo digital se ha extendido a todos los sectores profesionales y ámbitos de nuestra vida y de nuestra sociedad. Abundan por doquier las aplicaciones, los servicios online y multitud de intercambios de datos digitales en forma de comunicaciones, compras o gestiones financieras. Además, todo está conectado. Y, para que todo ello funcione, las APIs se han convertido en grandes aliadas, ya que facilitan la integración de servicios, tecnologías y aplicaciones incompatibles entre sí. O difíciles de conectar con métodos tradicionales.
Como explica Amazon en su página dedicada a soluciones online, “las API son mecanismos que permiten a dos componentes de software comunicarse entre sí mediante un conjunto de definiciones y protocolos. Por ejemplo, el sistema de software del instituto de meteorología contiene datos meteorológicos diarios. La aplicación meteorológica de su teléfono “habla” con este sistema a través de las API y le muestra las actualizaciones meteorológicas diarias en su teléfono”.
Tal y como explican los expertos, las APIs por sí mismas no generan valor. La clave de la apificación está en el uso que se hace de ellas para obtener datos y procesarlos. El resultado es que se optimizan procesos, se simplifica el desarrollo de servicios o aplicaciones e incluso surgen nuevas ideas y utilidades para exprimir lo que dan de sí esas APIs.
La creación de APIs en sí misma y su implementación en distintos negocios o empresas generan un ecosistema de intermediarios, perfiles profesionales y oportunidades de negocio que, lejos de empeorar las dinámicas previas, mejoran los procesos y hacen crecer ideas antes imposibles de aplicar por culpa de las limitaciones hoy salvadas con las propias APIs.
APIs, 5G y las redes del futuro
Las APIs tienen que ver con las comunicaciones, en especial en un contexto digital en el que todo fluye a través de Internet. De ahí la importancia que las APIs le dan a las redes de telecomunicaciones. Gracias a tecnologías como el 5G o el edge computing, las conexiones entre dispositivos van más allá del mero envío de datos. De ahí el surgimiento de tendencias como los servicios tipo NaaS, acrónimo de Network as a Service.
Ahí entran las APIs de red. En palabras de Telefónica, “las APIs de red representan un cambio en la forma de consumir los recursos de las redes, de forma que las capacidades de red pueden ser incorporadas en aplicaciones (de los propios operadores o de terceros) de forma programática, favoreciendo un entorno mucho más ágil para la innovación y co-creación de servicios”.
El despegue del Edge Computing a través de las recientes redes 5G, por ejemplo, depende en gran parte del uso de APIs. La apificación es imprescindible en este ámbito, ya que requiere conexiones rápidas y respuestas inmediatas. Un engranaje digital bien engrasado fácil de poner en marcha con las APIs adecuadas. Tanto a nivel local como también en la propia nube o red pública o privada. Mientras que el 5G da respuesta a conexiones inalámbricas con baja latencia y gran velocidad, las APIs se encargan de que los componentes se comuniquen entre sí enviando datos, procesándolos, transformándolos en acciones u órdenes para otras aplicaciones o dispositivos, etc.