Hay que remontarse al año 2009 o 2010 para pensar en las conexiones 3G. En realidad hacía bastante tiempo que existían redes comerciales de esta clase. Las primeras surgieron en el año 2001, pero no fue hasta finales de esa década cuando su uso se popularizó. El motivo era sencillo. La red estaba disponible pero no había medios para usarla. Faltaban los smartphones o, mejor dicho, la popularización de los mismos.
La situación en 2009-2010 era justo la opuesta a la actual. Ahora la tecnología 5G está disponible en un amplio catálogo de smartphones a la venta, pero el despliegue de antenas y de nodos lleva tiempo. En aquellas fechas las redes de 3G estaban en funcionamiento, pero los dispositivos no habían llegado al gran público.
Las PDAs ya utilizaban este tipo de conectividad y algunos smartphones también lo hacían, pero la llegada del iPhone 3G (2008) marcó el inicio de la expansión. A partir de ahí llegaron otros muchos “móviles con Internet”, como literalmente se decía en aquellos años. Sin saberlo, se definía de esa manera la gran diferenciación, el gran salto hacia delante de la telefonía sin hilos, que se sobrepasaba así los límites del teléfono propiamente dicho.
Este gran salto no siempre se veía así en esos momentos. Pronto se pasó de ese sentimiento de fascinación tecnológica, al comprobar que podíamos usar el navegador o contestar un correo desde un móvil, a los ceños fruncidos y a los gruñidos: porque cierta página no cargaba, porque tardaba en actualizarse en buzón de entrada, porque no se terminaba de enviar ese mensaje… Y cuando esto pasa se tiende a soñar con los próximos avances, con un futuro sin esperas, con la instantaneidad. Incluso con más cosas. Ya que los móviles estaban conectados a Internet, por qué no conectar otros dispositivos, por qué no conectar a robots, por qué no…
Probablemente los pensamientos más a futuro y las imaginaciones más fascinadoras provenían de personas relacionadas con la industria de las telecomunicaciones. Pero no dejaba de ser una parte de la sociedad, la de los pioneros y los entendidos en la materia, que imaginaba el futuro. Y se hacía con nombres y apellidos. El primer escalón sería el 4G y después vendría el 5G, que sería el auténtico salto de altura.
Cambios en nuestros hábitos
A lo largo de todos estos años, desde que el 3G empezó a llegar a las calles, ha habido un buen número de transformaciones. Elena de Arrieta, directora de Comunicación de la Asociación Española para la Digitalización (DigitalES), habla de “importantes cambios en nuestras rutinas personales y profesionales”.
Entre los cambios que ha habido, la portavoz de DigitalES destaca “una normalización de la inmediatez en el acceso a la información y la bidireccionalidad en las relaciones entre usuarios y empresas o instituciones”. Y añade otro aspecto más: “Ahora se da la preponderancia del software sobre el hardware, que nos ofrece una ubicuidad de la información y de muchos de los servicios informáticos que usamos a diario”.
En su opinión, las grandes mejoras del 5G llegarán por su uso más eficiente del espectro radioeléctrico. El incremento de ancho de banda, tanto de bajada como de subida, marcará una diferencia notable. “Ahora sí vamos a ser capaces de conectarlo todo a nuestro alrededor y extraer inteligencia de ello: coches, carreteras, maquinaria, mobiliario urbano, prendas de vestir”, enumera De Arrieta. Y este es uno de los factores que más diferencia al 5G de las primeras conexiones móviles a Internet, como eran las adscritas al 3G. La interconexión de dispositivos, de objetos de todo tipo, solo era algo que se podía imaginar hace más de una década.
De Arrieta reconoce que uno de los aspectos donde más se notará el salto cualitativo será en la visualización de vídeos. No en vano, el 3G era la conexión básica de Internet. Fue con el 4G cuando explotó el consumo de contenido audiovisual en los móviles. Con el 5G esta tendencia está encaminada a seguir en la misma línea. Sin embargo, la resolución podrá ser mayor y se dará paso a nuevos tipos de imágenes, como las de realidad virtual.
Abrir la puerta a Internet de las cosas
El vídeo será solo uno de los grandes saltos. De Arrieta se plantea una cuestión que probablemente quienes estaban en el meollo de la industria reflexionaban en los tiempos del 3G: “¿Y si un móvil 5G pudiera actuar como nodo de ‘inteligencia’ de un entorno sensorizado?”, se pregunta. “Igual que hoy en día podemos usar un smartwatch y comprobar nuestras pulsaciones o la distancia recorrida desde una app móvil, puede que en un futuro próximo podamos analizar información de cualquier objeto que nos rodea”. Esta es una de las capacidades que se le han atribuido al 5G desde que se empezó a hablar de la tecnología: la transformación de los smartphones en el centro de un ecosistema de dispositivos conectados.
El concepto de móvil ha evolucionado a un ritmo frenético en los últimos años. Pasó de ser el instrumento útil para localizar a alguien mediante una llamada o para comunicarse desde cualquier sitio a casi un sustituto del ordenador. Es decir, es el punto de acceso a Internet principal de una gran mayoría de personas. Según datos de la consultora digital Perficient, en 2020 los smartphones acaparaban un 68% del uso de Internet, mientras que los ordenadores se quedaban en un 29% y las tabletas en un 3%. El panorama ha dado un vuelco desde el año 2011. En aquella época, más del 90% del consumo de Internet se hacía desde portátiles y sobremesa, según StatCounter. La misma firma señala que ahora los móviles abarcan el 55% y los ordenadores el 43%. En todo caso, las tornas se han dado la vuelta.
Con el 5G, el papel del smartphone está llamado a variar más aún. Podrá ser el dispositivo a partir del cual se controlen muchos otros, como la domótica de un hogar (un robot aspirador, la nevera, la iluminación), el propio televisor, wearables o ciertas funciones del coche. “El 5G va a ser la palanca clave del Internet de las cosas. Las redes en el pasado no estaban preparadas para grandes volúmenes de tráfico de subida. Lo habitual es que los usuarios consumiéramos datos y, en menor medida, generábamos datos nuevos”, sostiene de Arrieta. “Esta proporción va a alterarse radicalmente y eso va a tener implicaciones muy importantes, sobre todo, para las empresas industriales. La llamada Industria 4.0 está estrechamente vinculada a la tecnología 5G”.
La vertiente industrial del 5G
Sin duda una de las diferenciaciones clave del 5G es la irrupción de esta conectividad en ámbitos industriales. Estos cambios tienen menos que ver con el ciudadano de a pie, que con los smartphones daba sus primeros pasos en el 3G. Aquí se trata del segmento empresarial y, en concreto, de ciertos sectores económicos.
“Si 5G es la clave para que la industria sea más competitiva, Europa y España podrán reindustrializarse. Muchas empresas ya no necesitarían llevarse parte de la producción a países asiáticos con mano de obra barata”, apunta de Arrieta. Esto era algo que escapaba a la imaginación de los usuarios comunes cuando, en tiempos del 3G, se pensaba en el largo plazo.
Pero lo cierto es que la prospección en el ámbito industrial del 5G conllevará un enorme cambio de paradigma, no solo para las telecomunicaciones sino para una parte importante de la economía de los países. “Hablamos de que el 5G puede ser determinante sobre el tipo de economía y de puestos de trabajo que tendremos en España dentro de pocos años. De la mano de la tecnología 5G y con el impulso de los fondos europeos, tenemos la oportunidad de reconstruir los cimientos económicos del país”, subraya la portavoz de DigitalES. Son perspectivas mucho más amplias de las que ofrecía en su momento el 3G.
Imagen de portada: Nikotchan.