Conseguir una mayor involucración social con su entorno más cercano y real, sin pantallas ni filtros, es por el momento uno de los principales retos que tendrá que abordar la Generación Z para incrementar sus cuotas de felicidad.
Los tiempos están cambiando y no hay mejor prueba de ello que la llamada Generación Z. Se trata de aquellos que nacieron entre los años 1995 y mediados de la década de 2000, y que ahora representan la juventud actual. Pues bien, un reciente estudio ha puesto de manifiesto cómo estos jóvenes se diferencian de las generaciones anteriores en muchos aspectos.
Una generación muy diferente
La Generación Z es única y muy poco tiene que ver con sus predecesoras en función de las conclusiones vertidas por el informe elaborado por los psicólogos Jean Twenge y Heejung Park. Este trabajo, publicado por la revista Child Development, ve ahora la luz tras años de análisis de diferentes generaciones. De hecho, hasta 8,3 millones de respuestas se recogieron entre los años 1976 y 2016 para elaborar este informe que, finalmente, se llevó a cabo a finales del pasado año por Twenge y Park.
Una horquilla temporal que ha dado para conocer bien las diferencias generacionales entre unos y otros, y poner de manifiesto que la Generación Z es la que más se diferencia del resto.
Por ejemplo, sus integrantes prefieren quedarse en casa antes que salir a tomar una cerveza, lo de tener citas no les convence mucho. Las pantallas son sus mejores amigos y las redes sociales el lugar donde más les gusta pasar el tiempo.
Menos rebeldes y más tolerantes
El trabajo de Twenge y Park pone de manifiesto el exceso de conexión al que los jóvenes de la Generación Z están expuestos. Pueden pasarse horas y horas conectados a las pantallas, algo que les hace crecer menos rebeldes y ser más tolerantes, pero que también tiene un lado negativo: el impacto en las cuotas de felicidad. Según el informe, no es una generación especialmente feliz por su limitada interacción social.
Por todo esto, conseguir una mayor involucración social con su entorno más cercano y real, sin pantallas ni filtros, es por el momento uno de los principales retos que tendrá que abordar la Generación Z.
