inteligencia artificial y videojuegos

La inteligencia artificial se atreve con los videojuegos

La inteligencia artificial ahora también siente curiosidad por el mundo de los videojuegos. ¡Cuidado gamers porque ha llegado pisando fuerte!

La inteligencia artificial (IA) no se aburre y ha decidido dar un paso más. En esta ocasión, el universo de los videojuegos ha sido el escenario elegido para demostrar cómo, cada vez más, las máquinas se acercan al pensamiento de las personas.

Así lo ha demostrado un reciente trabajo de investigación desarrollado por Open AI, el think-tank centrado en la singularidad cofundado por Elon Musk.

La IA descubre la curiosidad

Si la curiosidad mató al gato, la inteligencia artificial debería andar con pies de plomo. Ahora ella también se suma a la larga lista de sujetos que encuentran en la curiosidad su mayor impulso para aprender.

El estudio publicado por Open AI detalla cómo los ejemplares de inteligencia artificial que fueron entrenados sin la promesa de una recompensa pudieron también desarrollar y aprender una serie de habilidades.

Sin objetivos marcados de manera explícita, esta inteligencia consiguió obtener sus metas moviéndose por mera curiosidad.

Una realidad que hace reflexionar sobre la aproximación de la IA al pensamiento humano. Y es que, al igual que nosotros, quienes comenzamos a explorar nuestro mundo sin objetivos definidos en edades tempranas, ahora también las máquinas se suman al carro de la motivación intrínseca como principal impulsor del aprendizaje.

Aprender por el placer de aprender, y sin obtener a cambio ninguna recompensa establecida es el principio para reflexionar sobre si realmente estamos ante el comienzo de la llegada de máquinas verdaderamente autónomas.

La inteligencia artificial se atreve con los videojuegos

Los videojuegos, el entorno perfecto para la investigación

Partiendo de la curiosidad como motivación para saber más, los investigadores dieron con la clave para comprobar sus averiguaciones: los videojuegos.

En ellos encontraron el campo de investigación perfecto gracias a sus reglas y recompensas inherentes. Atari, Super Mario Bros. y Pong hicieron de las suyas, y consiguieron enganchar a esta inteligencia rápidamente.

Las pruebas, los niveles y las recompensas se pusieron de manifiesto con la curiosidad por bandera, haciendo que el mismo sujeto estableciese su propio camino a través de sus propias reglas. Y tanto lo superó que llegó hasta el nivel once de Super Mario Bros., tan solo por pura curiosidad.

Unos resultados interesantes para los investigadores que fueron testigos en primera persona de cómo la curiosidad motivó a la IA a experimentar cosas nuevas con sesiones de entrenamientos donde los objetivos pasaban a un segundo plano.

Sí, estamos ante una inteligencia artificial cada vez más distraída y curiosa, que hace mirar al horizonte con cierta preocupación, y a la vez expectación, por saber cómo será su futura semejanza con el comportamiento humano. ¿Llegarán a superarnos también con los videojuegos?

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